Michoacán, Tamaulipas y Nuevo León se han convertido en paradigmas de los "estados fallidos" (además de muchas "ciudades fallidas"), donde los cárteles del narco le disputan al Estado el ejercicio de la autoridad. Si una de las características del Estado que definía Max Weber era el monopolio de la violencia legítima, en esos estados, dicho monopolio es cuestionado o disputado, cuando no de plano ejercido por un poder que no ha emanado de las urnas.
En un ya lejano 1995, el entonces Secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor, pronunciaría un memorable discurso en el que reconocía que "durante décadas" el Estado mexicano había descuidado la seguridad pública y la procuración y administración de justicia. Hace ya 16 años que se reconocía el gravísimo problema: Lo grave: no se ha hecho mayor cosa por corregirlo: los cuerpos policiacos se siguieron dejando al control de la delincuencia en todos los órdenes de gobierno. Los índices de impunidad a delitos del fuero común superan al 90% (en México no se castiga prácticamente a nadie por el incumplimiento de la ley). Las policías municipales, en su inmensa mayoría son verdaderas academias de la delincuencia. El que no le "entra" se atiene a las consecuencias. Las policías estatales se distinguen por estar mejor equipadas que las municipales. En términos de corrupción y colusión con el crimen no hay a cual irle: las "narco tienditas" operan todas bajo el padrinazgo de alguna corporación policiaca: municipal, la preventiva estatal o la ministerial ( judicial).
En esas condiciones llegamos al siglo XXI. El "pudrimiento" de dichas instituciones (como decía Javier Sicilia) sigue corriendo con la complacencia de todos los partidos y todos los órdenes de gobierno. Por eso decíamos en la última colaboración que tal vez la Caravana del Consuelo podría ser "la última oportunidad"; la última oportunidad para despertar y hacer conciencia de que el país se nos esta desmoronando con la complacencia de todos. Después de la Marcha por la Paz, provocada por el asesinato absurdo (uno de miles) del hijo del poeta Javier Sicilia en Cuernavaca, fue el inicio de un movimiento ciudadano (que tenía antecedentes importantes con Martí o la Sra. de Wallace o la organización de México Unido Contra la Delincuencia) encaminado a despertarnos a todos; a recobrar la esperanza de que todavía es posible rectificar el rumbo e intentar recuperar al país. Colombia ha sido prueba fehaciente de que sí se puede.
La Caravana del Consuelo recorrió el centro-norte del país recogiendo testimonios de cientos de víctimas de la violencia del crimen organizado, pero también de los cuerpos de seguridad y del propio ejército. No es gratuito que una demanda central en Ciudad Juárez fue el retiro inmediato del ejército. A pesar de las buenas intenciones los abusos han menudeado, aún cuando a veces no se quiere reconocer.
El encuentro de Felipe Calderón con Javier Sicilia y 25 representantes de diversos grupos ciudadanos de todo el territorio nacional fue, como cabeceó hoy el Diario REFORMA un "diálogo inédito" entre el Presidente y los familiares de las víctimas; los que han sufrido los "daños colaterales" de la Guerra contra el Narco. Los cuestionamientos fueron duros: le exigieron al Presidente que pidiera perdón y así lo hizo, aunque reiteró su convicción de estar haciendo lo correcto Javier Sicilia fue contundente: "Creo que esta obligado a reconocer que la estrategia ha sido contraproducente. Miles de muertos, putrefacción de las instituciones, crecimiento de cárteles, tal como lo dijo Obama cuando habló de su frustración. Señor Presidente, ¿dónde están las ganancias de la estrategia? No hay un sólo indicador que nos hable de una ruta correcta”, criticó
Hay que reconocer que se habló claro y sin cortapisas. Que por primera vez en muchos años, la ciudadanía pudo atestiguar un diálogo directo y franco entre las mas altas autoridades federales y un grupo de ciudadanos. Hay que reconocer la voluntad de Felipe Calderón y la madurez de Sicilia que ha mantenido un durísimo discurso, sin caer en actitudes asambleístas. Además de convocar a una nueva marcha ahora hacia el sureste, los integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad llevaron -entre otras- las siguientes propuestas:
- Ley de atención y Protección a Víctimas
- Banco Nacional de ADN de familiares de víctimas
- Fiscalía especializada en Feminicidios y delitos de género en cada entidad federativa
- Salida Paulatina del Ejército
- Plan de emergencia nacional de atención a la juventud para garantizar el acceso a una educación pública gratuita y de alto nivel académico para todos, así como un empleo digno
- Centrar la lucha del gobierno en seguirla ruta del dinero producto de las actividades criminales
- Que la PGR atraiga los casos paradigmáticos presentados por la Caravana del Consuelo
- Esclarecer asesinatos de defensores de los derechos humanos y cumplir las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
El verdadero éxito del Movimiento, dependerá de las acciones que se puedan efectivamente derivar de sus propuestas. Es absolutamente necesario que se manifiesten también los demás poderes. Que la agenda legislativa nacional recupere las demandas mas sentidas de la sociedad organizada y que coadyuven para intentar enderezar el rumbo. Ya es tiempo de que se tomen decisiones correctas. Es necesario que esta oportunidad abierta por el Movimiento se convierta en parte de la agenda nacional en los meses por venir. No sabemos si después de ésta, tengamos otra oportunidad.
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